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Ni una pandemia nos salva de los corruptos…

Ni una pandemia nos salva de los corruptos…

Y es que en plena cuarentena cualquier buen colombiano pensaría que todas las ayudas “Solidarias” son realmente para beneficiar a todas esas personas necesitadas, que no tienen como sustentarse en días en los que salir a la calle es sinónimo de arriesgarse a ser multado o en el peor los casos es sinónimo de morir.

Los medios de comunicación nos dicen, quédense en casa, el gobierno dice no salgamos que ellos nos van a ayudar, hasta los famosos van por ahí haciendo propaganda del lavado de manos, pero la realidad de muchos colombianos es que no cuentan con un peso para alimentos, ahora mucho menos para el jabón para hacerle caso al gobierno de lavarse las manos.

No se trata solo de decretar en cuarentena total a todo el país, sino también de conocer las necesidades reales de la mayoría de la población hasta en los lugares más lejanos y, por otro lado, conocer la otra realidad que vivimos y es la corrupción que existe desde hace años y por la cual han pagado muy pocos funcionarios del gobierno, pero sí, millones de familias colombianas de escasos recursos que mueren de hambre y sin atención médica.

Al momento de declarar el aislamiento obligatorio, el gobierno nacional y los entes regionales empezaron a trabajar en un plan estratégico para ayudar a las familias más pobres del país, lo cual suena maravilloso, subsidios para las familias, subsidio por adelantado al adulto mayor, a familias en acción, descuento del IVA, mercados para todos, etc., pero no se ha terminado de subsidiar a todas las familias y ya tenemos escándalos de corrupción en diferentes departamentos por los precios de los mercados, por las cédulas inexistentes que aparecen en el portal del DNP, que por cierto tan pronto los usuarios empezaron a ver números de documentos repetidos, cédulas que no existían para reclamar subsidios y hasta personas fallecidas que estaban inscritas, empezaron a denunciar por redes sociales y de inmediato el Departamento Nacional de Planeación bajo la plataforma, quien sabe que más habría por descubrir.

Y como todos se deben beneficiar de este negocio, las empresas contratadas para la compra y entrega de mercados no se pueden quedar atrás, kits de alimentos y aseo que cuestan alrededor de $80.000 eran pagados a $161.000 en el municipio de Tocancipá, en la costa, por ejemplo, mercados de $184.500 cuando el valor real era de 152.000.

Sobrecostos de 100 y hasta más de 300 millones de pesos con los cuales se puede alimentar a más personas vulnerables, da simplemente tristeza ver que hasta en épocas de crisis mundial, en momentos de real necesidad, momentos en los que los colombianos más necesitados vuelven a tener un poco de esperanza en el Gobierno, en ese gobierno que por televisión les promete y les promete maravillas, al final de día sigan siendo el mismo gobierno corrupto al que no le importa ningún colombiano, y que solo piensa en el beneficio propio y de la élite a la cual no puede bajo ninguno motivo decepcionar.

 

Hasta los recursos médicos son maldecidos por la corrupción de nuestra amada patria…

Porque como si no bastara con robarle a los pobres su mercado, también hay desfalcos en la compra de recursos médicos como camas y kits de implementos, elementos de protección como tapabocas, mascaras, overoles y hasta camas hospitalarias con un sobrecosto de hasta 70%, jugar de esa forma con los recursos de los colombianos es macabro y el premio es un pase directo al infierno, porque la salud de los colombianos es tomada como aquello sin importancia, porque no importa si la familia humilde come o no, siempre y cuando la elite del país tenga los bolsillos llenos.

Sin duda la corrupción es un virus mucho peor que el Covid-19 y hemos vivido con el año tras año viéndolo pasar por nuestra cara, viendo como beneficia y enriquece a unos mientras mata a otros de hambre, de sed, de enfermedades, mientras otros cuantos de la clase media solo observan en silencio, porque si  ellos tienen como pasar cómodamente una cuarentena para que preocuparse por la clase baja, esa clase compuesta por campesinos que cultivan los alimentos que la clase media come.

Somos una sociedad enferma y no de Covid-19 sino de indiferencia, de individualismo, una sociedad que no ve más allá de su propio bien.

 

Marisol Echavarría.

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