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Murió el excomandante de las AUC Iván Roberto Duque

 

El excomandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, Iván Roberto Duque, conocido en la guerra como Ernesto Baez, murió de un infarto este martes en la ciudad de Medellín, confirmaron fuentes a este diario. Fue líder del Bloque Central Bolívar y fue condenado a ocho años de prisión en el marco de Justicia y Paz.

Su incursión como jefe político del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) llegó por los contactos que tenía con Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, quien lo convirtió en comandante. En 2005, Báez se desmovilizó y empezó a soltar sus versiones en Justicia y Paz.

Duque nació en Aguadas (Caldas), en mayo de 1955, y estudió en la Universidad de Caldas. Tras su paso como alcalde del municipio La Merced comenzó su carrera paramilitar en 1989, cuando llegó a Puerto Boyacá a trabajar de la mano de Henry Pérez. Fue nombrado secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos del Magdalena Medio (Agdegam) y desde su posición creó el Movimiento de Reconstrucción (Morena).

Entre otros, la justicia lo investigaba del secuestro de la exsenadora Piedad Córdoba, perpetrado el 21 de mayo de 1999 en Medellín; por el asesinato de la defensora Alma Rosa Jaramillo, quien en junio de 2001 fue encontrada muerta y mutilada, y de estar detrás de una serie de asesinatos en Caldas, entre otros crímenes.

El prontuario de Báez era extenso. Testimonios en su contra lo relacionaron con 27 asesinatos, varios secuestros y hasta masacres. En 2016, cuando la JEP ordenó su libertad por acogerse al sistema de justicia Transicional, un juez de ejecución de penas se le atravesó a la decisión por cuenta de un expediente en su contra por la masacre de La Rochela, —en la que murieron 12 funcionarios judiciales en enero de 1989 en Santander—, hecho del que no aceptó su responsabilidad tras su desmovilización.

Según la Fiscalía, Báez también tuvo que ver con seis masacres ocurridas en 1988: la de El Volador (1 de marzo); la de Honduras y La Negra (4 de marzo); la de La Mejor Esquina (3 de abril); la de Punta Coquitos (11 de abril); la Del Topacio o Mineros del Nuz (22 de junio), y la de El Tomate (30 de agosto).

Pese a que después de su desmovilización en 2005 Báez se acogió a Justicia y Paz, en junio de 2010 el Tribunal Superior de Bogotá lo expulsó. En ese momento, el tribunal determinó que su desmovilización “solo fue en apariencia” pues las autoridades comprobaron que continuó actuando como miembro del grupo paramiliar.

Pese a las diversas investigaciones en su contra y los indicios que tuvo la Fiscalía durante años para probar su papel protagónico dentro de las AUC, Báez insistió durante todas las investigaciones que nada tuvo que ver con los hechos criminales en los que fue relacionado, y que su trabajo dentro del grupo ilegal fue más “político”. Aseguró, además, que “jamás” empuñó un arma.

El pasado 16 de noviembre, Duque hizo parte de un grupo de 30 mujeres y hombres que alguna vez empuñaron las armas, que firmaron la Declaración por la vida, la Paz y la Reconciliación ante la Comisión de la Verdad, asumiendo un compromiso de nunca más a la guerra y un rechazo a la violencia como forma de acción política.

“Nosotros no conocíamos la magia del diálogo ni de la palabra, no conocíamos de esfuerzos por entendernos en medio de la diferencia, conocíamos de la dialéctica de las armas y de la violencia. Descubrimos un hecho novedoso, ya desarmados, sentarnos de frente a frente a contarnos la verdad. Me arrepiento ahora de no haber estado en escenarios como este a lo largo de mi vida. Para llegar aquí nos tocó pasar por la desgracia de la guerra”, declaró Duque ese día.

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