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Maria Isabel Urritia quiere seguir por el camino dorado en los olímpicos

“Todo lo que tengo hoy y he podido hacer por el deporte se debió a la medalla. El haber pasado por el Congreso, cambiado las leyes para que el deporte hoy tenga presupuesto y tenga un ministerio”, cuenta María Isabel Urrutia, al cumplirse más de 20 años de haber conseguido la primera medalla olímpica para Colombia. Una gesta inolvidable para el país y la deportista, quien llegó con lo justo a Sídney 2000.

Eran sus segundos Olímpicos, luego de su estreno en el atletismo de Seúl 1988. A Australia, como levantadora de pesas y cuatro años después, llegaría por invitación, o will card, ya que no había alcanzado la clasificación. Pero ahí estaba para hacer historia.

“Desde 1989 y hasta 1996 realicé pesas y atletismo, fui la primera deportista en ganar cinco medallas en unos Juegos Nacionales, al igual que en unos Juegos Bolivarianos, pero en 1996 tomé la decisión de dedicarme a la halterofilia cuando el COI decidió que en el 2000 se podía competir en los Olímpicos. Ahí me centré en el levantamiento de pesas”, recuerda la medallista dorada.

Y así fue. Urrutia estaba concentrada en un solo deporte, pero el camino a Sídney 2000 no iba a ser nada fácil. “Yo competía en la categoría de más de 75 kilogramos y nueve meses antes en los Juegos Panamericanos de Winnipeg tuve una lesión de rodilla, me tocó entonces bajar a la categoría de 75. Yo pesaba 110 kilogramos y además de hacer la recuperación de la rodilla, también debía bajar de peso para llegar a la categoría deseada. Todo un desafío”, agrega María Isabel.

Ese esfuerzo tendría recompensa. Su primer gran reto antes de entrar a competencia fue ser designada como abanderada de la delegación colombiana en esos Olímpicos, como un reconocimiento a los títulos mundiales que había alcanzado previamente.

El miércoles 20 de septiembre del año 2000, María Isabel Urrutia se iba a encontrar con la gloria. Entró en competencia en el levantamiento de pesas, rama femenina, 69 a 75 kilogramos, con 11 atletas inscritas.

Para comenzar salieron a escena las pesitas que se consideraban de menor rango y luego salió el grupo élite, donde estaba Urrutia.  La competencia comenzó con el arranque, en un solo movimiento continuo, en su primer intento, María Isabel levantó 107.5 kilogramos. En el segundo se resbaló y falló. Pero en el tercero salió decidida a levantar los 110 kilogramos, lo cual logró, al igual que  la kazaja Tatyana Khromova.

Seguiría el envión, Urrutia logró levantar en su primer intento 132.5 kilogramos. Confiada en que podía superar esta marca, realizó uno segundo, en el que levantó 135 kilogramos, peso que la dejaba cerca del podio, a la espera de otros resultados. No obstante, decidió levantar 137 kilogramos, pero no pudo, por lo que en total levantó 245 kilogramos.

Urrutia esperó que sus rivales no pudieran superar su marca, lo que en efecto sucedió. La nigeriana Ruth Ogbeifo y la china Yi Hang Kuo alzaron en total 245 kilogramos, dándose así un triple empate. Para casos como aquel, el ítem de desempate fue el menor peso corporal, medida que favoreció a la colombiana pues, gracias al trabajo previo, logró un peso de 73.28 kilogramos.

“Sabía que podía ganar porque era la más liviana, pero no me di cuenta en qué momento habíamos hecho el triple empate, hasta que por fin Gancho (su entrenador), me lo dijo. Al terminar mi presentación me llevaron a hacer la prueba de control al dopaje, después me quedé aislada de la competencia, no sabía quién había levantado más que yo”, rememora la colombiana.

“Nuestro seleccionador me hizo el chiste que no habíamos ganado nada, después me dijo ??no hija, ganamos la medalla de oro por peso corporal??, entonces fue una alegría muy grande, después de todo el sacrificio, de haber entrenado tan duro, de haber armado un resultado en una categoría donde me tocó bajar más de 25 kilos de peso corporal, fue una alegría inmensa para mí”, agrega con emoción.

Así fue como María Isabel Urrutia entró a la historia del deporte colombiano y de los mismos Juegos Olímpicos, al conseguir no solo la primera medalla de oro para el país, también la única dorada para Suramérica en Sídney 2000.

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