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La música como instrumento para aprender sobre discapacidad

En la Escuela de Música de El Poblado, perteneciente a la Red de Músicas de Medellín, 13 personas, entre los 9 y los 30 años de edad, con discapacidad cognitiva y con las enseñanzas de 2 mujeres maestras que les brindan amor, paciencia y comprensión, a través de las artes -en especial de la música- de a poco salen de su mundo para mostrarnos que no son diferentes a nosotros y que, por el contrario, tenemos mucho que aprender de ellas. La Escuela de Música de El Poblado es más que una gran aula de clase para estas 13 personas y sus familias y para las 2 maestras que a diario asisten a este lugar para aprender y enseñar acerca desde y para la discapacidad. Un tema del que poco sabemos y que a la vez ignoramos, como si no fuera parte de nuestro mundo.

Escuela de Música de El Poblado

Escuela de Música de El Poblado. Foto CJ Poblado

Allí, se les enseña a estos jóvenes a tocar instrumentos, en donde la experiencia musical es lo principal, pero en donde el proceso se hace de una forma integral, o sea, pasando por las artes plásticas, el teatro y la danza, con una estrategia llamada Neurodiversidad, que no es otra cosa que explorar todas las posibilidades del  neurodesarrollo que tenemos los seres humanos.

Conversamos con Nora Cano, habitante de San Antonio de Prado -más conocida como “Luna”- profesora titulada en Arte Dramático de la Universidad de Antioquia, quien acompaña los procesos de neurodiversidad y expresión corporal. Ella es una de las maestras que deja en esta Escuela sus enseñanzas.

También hablamos con Diana Palacio, quien vive en Laureles, es Licenciada en Danza y se desempeña como Gestora Pedagógica de la Red de Músicas de Medellín.  Con ellas conocimos sobre el proceso que, desde allí, en la Escuela de Música de El Poblado, se desarrolla con este grupo de estudiantes.

Diana Palacio y Nora Cano. Foto Lebret

Diana Palacio y Nora Cano. Foto Lebret

¿Cómo fue su proceso de selección para hacer parte de este proceso?

N.C.: “Realmente trabajo hace 19 años en la Red. Empecé cuando era la fundación ‘Amadeus’, que luego pasó a ser administrada por la Universidad de Antioquia.  Inicié como profesora de expresión corporal y uno de los requisitos era ser maestra o licenciada en arte dramático y luego me enganché con el proceso de Neurodiversidad, en donde se trabaja en dupla, generalmente un profesor músico con otro de artes plásticas o dramático o bailarín o profesionales en educación especial”.

¿Cómo es el proceso de escogencia de los muchachos para integrarlos en este método de aprendizaje a través de la música?

D.P.: Cuando las familias están interesadas en el programa de Neurodiversidad, se acercan a una de las 27 Escuelas que tenemos o lo hacen a través de la página web de la Red de Escuelas de Música y preguntan en dónde hay un grupo.  Estamos en 14 de las 27 Escuelas.  Esta información se encuentra en línea o en cada una de las Escuelas.  Hay un formulario de preinscripción y ese formulario nos permite conocer a la persona que va a ser parte de la estrategia. Allí nos cuentan sobre su diagnóstico, su familia y con base en eso hacemos la matrícula”.

Escuela de Música de El Poblado

Escuela de Música de El Poblado

¿Cómo es la preparación para trabajar con estos muchachos con la condición que tienen?

N.C.: “Hace 4 años que empezó el proceso de Neurodiversidad y para mí ha sido todo un aprendizaje. El único acercamiento que yo tenía con este tema era por una sobrina, pero he ido aprendiendo mucho con el equipo de trabajo, en donde hay educadoras especiales y algunos de ellos ya tienen mucho bagaje en trabajo con chicos con discapacidad. Ha sido un aprendizaje y también he tenido muchas capacitaciones dentro de la Red”.

¿Cómo ha recibido la comunidad esta propuesta?

D.P.: “Muy bien porque siento que es una deuda histórica que hemos tenido en el país con la población con discapacidad; entonces cuando encuentran estos espacios habilitados para ellos, es muy gratificante, porque se sienten parte del entramado artístico y cultural que tiene la ciudad. Muchas de estas familias -por las pocas oportunidades o por la falta de educación que tenemos sobre la discapacidad- aíslan a ese integrante de la familia y no les permiten conocer la oferta; entonces cuando encuentran esos espacios para ellos, es como reivindicar ese lugar y ese derecho que tienen de habitar la ciudad y de hacer parte de todo lo que ésta ofrece para ellos”.

¿Qué es lo más difícil que han enfrentado en esta labor?

N.C.: “He tenido dos experiencias muy complejas.  Una en una clase, acá en El Poblado, en donde hay un grupo muy heterogéneo y hay diferentes diagnósticos y uno no sabe qué puede pasar en la clase.  Alguna vez ocurrió algo desde la intimidad de una chica, que tuvimos que abordar en clase y fue un momento muy difícil porque cuando terminamos la clase pensé si yo era capaz de continuar o no con esto, porque ahí me di cuenta de lo vulnerable que son los chicos”.

“En otra ocasión tuvimos una muestra con una de las Escuelas y a una niña le dio pánico escénico. Fue impresionante porque tuvimos que salir con ella para el hospital. Yo me imaginé lo peor. Gracias a Dios la mamá tenía todos los papeles en regla y no pasó nada grave, pero sí son cosas que se encuentra uno de sorpresa en el camino.  Tienes que saber de primeros auxilios y obrar con mucha calma; son muchos factores que debes ir aprendiendo sobre el camino porque tú no sabes que va a suceder; por ejemplo, si a alguno de ellos le da un ataque epiléptico o alguna otra cosa”.

D.P.: Lo más difícil somos nosotros mismos, las personas regulares como nos hacemos llamar porque tenemos mucho por aprender, por desmentir y por superar.   El desconocimiento es lo más difícil de afrontar y a la vez lo más emocionante; es encontrarnos con el reto diario de hacerlo bien y de otro lado, es entender este otro mundo que para nosotros ha estado muy distante. Es conocer la discapacidad, conocer cada una de las necesidades que hay detrás de cada una de estas personas e integrar eso en un grupo.Es como acá en El Poblado que son 15 personas en esta situación, entonces es entender estos 15 mundos y cómo prepararnos como equipo para darle a cada persona lo que necesita dentro de su proceso, de manera significativa para él y su familia”.

Escuela de Música de El Poblado

Escuela de Música de El Poblado

¿Qué significado tiene para ustedes esta experiencia?

N.C.: Significa muchísimo porque esto es un encuentro de risas y de amigos. Algunos chicos están desescolarizados y este es el lugar para ellos encontrarse, para reírse, para tener a sus amigos; porque no es sólo música, sino que también son las artes integradas.Con mi compañera todas las clases están dirigidas desde el juego, la danza o la plástica y lógicamente desde la música.  Entonces es un espacio para que los chicos se disipen, se encuentren. Es un lugar de amigos y de amistad”.

D.P.: Ha sido enriquecedora y reveladora, como artista que soy y como profesora. Entender que aquí todo lo que tú sabes se desbarata y tienes que empezar de cero a comprender tu profesión y tu quehacer cuando tienes que pensar en lo que necesita el otro, en cómo aprende el otro, en cómo te comunicas con el otro. Ese proceso de deconstruir tu propio saber, tu experiencia pedagógica y artística es lo más enriquecedor para mí, porque además lo haces con el deseo y las ganas de entablar un espacio de comunicación y de interacción con el otro, en donde seamos iguales y en donde podamos entendernos, crear y aprender juntos.  Es lo más bonito de la experiencia”.

¿Qué han aprendido trabajando con estas personas?

N.C.: “Muchísimo. Primero cuando vemos el avance que logran; como el caso    de una niña con autismo que no se desprendía de la mamá y ya ahora sí tiene plena confianza en mi compañera y en mí, ya ella balbucea y se relaciona más con los compañeros. O el de una chica de 10 años, con diagnóstico de parálisis cerebral.  Al verla, a la gente se preocupa porque siente que se va a caer cuando camina, pero es impresionante porque ya viene y camina más erguida; empieza a balbucear y a decir palabras; es un encuentro con sus amigos porque ella está totalmente desescolarizada y la mamá no tiene mucho acompañamiento de la familia”.

“Otra cosa que también admiro es que la mayoría de las personas que acompañan aquí a los chicos son mujeres, son mamás casi solas, así sean del estrato que sean, son las abanderadas de sus causas con los chicos. Ver el proceso de avance de cada uno es de lo que más me satisface”.

D.P.: “No he aprendido tanto como las profesoras que trabajan directamente con ellos. Pero de ellos creo que aprendo la capacidad de asombro y de disfrutar de lo más simple, porque mientras para mí tocar un tambor puede ser algo que hago de manera tranquila, ver el disfrute que ellos tienen cuando lo logran es muy gratificante. La potencia que tienen las artes para integrarnos, para hacer comunidad, para aprender algo y ver cómo lo disfrutan y como ellos hacen de este espacio una posibilidad nueva cada día, es lo que me parece más bonito.  Aprendo de ellos la capacidad de asombro y la capacidad de permitirme aprender algo nuevo cada día”.

N.C.: . Todos somos diferentes y todos somos neurodiversos .  No debería existir la inclusión.  Todos deberíamos estar viviendo por el mundo como lo que somos, como personas, porque cada persona tiene sus capacidades, pero también tiene sus limitaciones; eso es de lo que más he aprendido. Acá cuando hacemos una integración con los otros chicos supuestamente regulares, algunos llegan al principio con temor y los miran diferente y otros no, pero no debería ser así”.

D.P.: “Todos tenemos mucho que aprender en términos de discapacidad y de las personas con esta condición. Somos muy ignorantes sobre este tema.  No nos han dado una educación ni en la escuela, ni en la universidad, ni en ninguna parte sobre esto y esa falta de educación lo que ha hecho es obviar e ignorar esto como si fuera parte de otro mundo y no lo somos. Todos tenemos los mismos derechos. Para mí el mensaje y la invitación es que nos acerquemos al mundo de la discapacidad, porque además no es que no exista y que no está.  En cada familia y en cada barrio seguro hay mínimo una persona con discapacidad pero parecieran escondidos porque los hemos hecho a un lado. Acercarnos al mundo de la discapacidad desde la empatía con el ánimo de aprender nosotros y de ofrecerles un mundo mejor y más bonito, es mi invitación para todos”.

Escuela de Música de El Poblado

Escuela de Música de El Poblado

Talleres sobre discapacidad para docentes de la Red

Mediante encuentros pedagógicos presenciales, el equipo de Discapacidad de la Alcaldía de Medellín capacitó a ocho docentes de la Red  de Músicas de la ciudad, pertenecientes a la estrategia de Neurodiversidad, la cual trabaja con los diferentes diagnósticos de discapacidad cognitiva para potenciar las capacidades artísticas y expresivas de 138 personas con discapacidad.

Los talleres fueron dictados por profesionales en el tema, adscritos a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín, bajo una metodología participativa y de construcción colectiva, donde se les formó en transformación de imaginarios e inclusión e igualmente, los docentes complementaron este aprendizaje recibiendo un curso básico de Lengua de Señas Colombiana.

Esto talleres de la Red son espacios de formación y creación, que tienen por objetivo enriquecer el desarrollo de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos con discapacidad y/o trastornos, bajo la orientación y acompañamiento de Artistas Formadores y educadores especiales.

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