
La guerrilla del ELN perpetró un ataque terrorista con drones cargados de explosivos en la región del Catatumbo, asesinando a tres soldados e hiriendo a ocho más. El Ejército Nacional condenó el hecho, calificándolo como una flagrante violación a los Derechos Humanos.
La violencia en la convulsa región del Catatumbo, en Norte de Santander, ha escalado a un nuevo y alarmante nivel. En la noche del domingo, tres soldados del Ejército Nacional fueron asesinados y otros ocho resultaron heridos tras un ataque con drones cargados con explosivos, atribuido por las autoridades a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Una Nueva y Peligrosa Táctica de Guerra
Este ataque no es solo una tragedia más en el largo conflicto colombiano; representa la consolidación de una táctica de guerra asimétrica que plantea un desafío formidable para las fuerzas de seguridad del Estado. El uso de drones comerciales modificados para transportar y lanzar artefactos explosivos, a menudo de fabricación artesanal como granadas de mortero, se ha perfeccionado por los grupos armados ilegales.
Estas aeronaves no tripuladas, de bajo costo y difícil detección, permiten a los grupos terroristas atacar a distancia, con precisión y minimizando sus propios riesgos. Pueden ser cargados con hasta un kilogramo de explosivos y operar en modo «kamikaze», estrellándose contra el objetivo, o soltando su carga letal a través de un mecanismo de control remoto.
Este método representa la «democratización» de una tecnología de guerra avanzada, antes reservada a ejércitos estatales. El ELN demuestra con este ataque que ha incorporado a su arsenal una herramienta que neutraliza la ventaja convencional de las Fuerzas Militares en número y poder de fuego, creando un profundo impacto psicológico y obligando a una reevaluación completa de las doctrinas de defensa y seguridad en el país.