Las Chispas es una de las fincas silleteras del corregimiento Santa Elena de Medellín. La propietaria, la familia Patiño Atehortúa, ha tenido silleteros de varias generaciones durante décadas y allí sigue, en la vereda El Rosario, fortaleciendo esta tradición que es uno de los más grandes activos de la Feria de las Flores. Ambos, silleteros y feria, son patrimonio cultural de la Nación.
Ercilia Grisales estaba en embarazo. Esperaba uno de los diez hijos que tuvo con Juan Bautista Patiño. Cuando llegó la hora del parto, él la sacó de la vereda El Rosario de Santa Elena en una silleta.
La historia la cuenta Heriberto Patiño Grisales, uno de los diez hijos, de los que quedan siete vivos. Está sentado en una banca de madera tipo columpio que cuelga cerca de la entrada de Las Chispas, una de las 16 fincas silleteras de este corregimiento, ubicado en el oriente de Medellín.

Heriberto Patiño, integrante de la familia propietaria de la finca silletera Las Chispas.
Las silletas ayer y hoy
Así, evoca la importancia de la silleta y sus múltiples usos, antiguo artefacto en el que indígenas y campesinos transportaron mercancías y personas y usado también en tiempos de la esclavitud.
Hoy, las silletas llevan flores y los campesinos las exhiben en el Desfile de Silleteros de la Feria de las Flores. La Ley 838 de 2003 declaró como patrimonio cultural de la Nación a los silleteros y a la feria. Dice en su artículo primero: “Declárese como patrimonio cultural de la Nación a los silleteros del corregimiento de Santa Elena (…) y a la Feria de las Flores (…) y se les reconoce la especificidad de cultura paisa y antioqueña, a la vez que se les brinda protección a sus diversas expresiones de tradición y cultura”.
El legado
Heriberto Patiño se casó con Rubiela Atehortúa y tuvieron cuatro hijos: Lina, Marta, Willington y Damián. Los Patiño Atehortúa son los dueños de Las Chispas. Son joviales, simpáticos, conversadores y mantienen una tradición de varias generaciones: son silleteros.
Los esposos Rubiela Atehortúa y Heriberto Patiño. En la otra imagen, con sus hijos y una nieta. Una familia silletera.
Ercilia y Heriberto
Ercilia Grisales, la madre de Heriberto, tiene 92 años, vive cerca de Las Chispas y participó varias veces en el Desfile de Silleteros. Su esposo, Juan Bautista Patiño, fue floricultor, silletero y su legado lo asumió Heriberto, el hijo, que desfiló desde 1976 hasta 2022. Dejó de desfilar por un problema de rodilla y su lugar lo tomaron tres de sus hijos: Lina, Willington y Damián. Además, su nieta Susana, de 16 años, participa en la categoría juvenil, y Samuel, otro nieto, de cuatro años, ya incursiona en el Desfile de Silleteritos.

Lina Patiño, habitante de Santa Elena e integrante de la familia dueña de la finca silletera Las Chispas.
Heriberto dejó de desfilar, pero siguió siendo silletero. Marta y Willington propusieron que la finca fuera silletera y así funciona desde 2023. Ya la familia no vive allí sino en tierras cercanas y la finca se convirtió en sitio turístico.
Finca silletera Las Chispas, situada en la vereda El Rosario, parte alta, del corregimiento Santa Elena de Medellín.
Begonias y novios
El nombre se lo puso Lina.
_ ¿Por qué la llamaron Las Chispas?, le preguntamos a ella.
_ El nombre salió de la flor chispa. Además, los primeros seres humanos generaron chispas para crear fuego. Para mí la chispa es fuente de inspiración, me mueve.
Lina Patiño en la finca silletera Las Chispas. En la otra imagen, cultivo de chispas en la finca que lleva este nombre.
La finca queda en la vereda El Rosario, parte alta. Tiene la casa, en la que los visitantes pueden amanecer, excepto en época de Feria de las Flores, porque en estos días los Patiño Atehortúa reciben con su especial aromática de frutos rojos a grupos de visitantes que llegan a conocer cómo elaboran las silletas; desayunan, recorren el jardín con los anfitriones y almuerzan sancocho o bandeja paisa. Esta mañana de agosto, cuando visitamos la finca, hay ocho turistas divididos en dos grupos: uno de Bogotá y otro de Francia.
La casa es paisa tradicional: blanca, de puertas y ventanas rojas de madera y con típicas materas colgantes, con begonias y novios, que decoran la fachada.
Casa de la finca silletera Las Chispas y Heriberto Patiño hablándoles de silletas a los turistas.
El jardín
Al frente de la casa hay un auditorio, en el que Heriberto y sus hijos les exponen el proceso de la silleta a los turistas. Dos grandes silletas comerciales ambientan el espacio.
Con carpa amarilla, auditorio de la finca silletera Las Chispas. En la otra foto, silleta comercial alusiva a la finca.
En el medio está el prado, en el que los grupos disfrutan noches de vino o de luna llena y, por supuesto, hay un gran jardín con clavel, estrella de Belén, siempreviva, estatis, chispa, botón de oro, dalia… Una colorida fiesta de amarillo, blanco, rojo, morado, naranja y el fondo verde de esta tierra fría que supera los 2000 metros sobre el nivel del mar.
Algunas de las flores del jardín de la finca silletera Las Chispas.
“Este año nos fue muy mal con tantas lluvias de abril, mayo y junio”, apunta Heriberto, hombre de bigote que aparenta menos de los 69 años que tiene. El lugar también recibe a niños de colegios, que llegan a aprender de agricultura y floricultura.

Heriberto Patiño en el jardín de su finca silletera, Las Chispas.
Lina considera que Las Chispas puede representar trabajo para toda la familia. “Papá ama la tierra y sigue teniendo empleo aquí”, agrega. Heriberto, entretanto, nos cuenta que su papá les dejó tierra a su esposa, Ercilia, y a sus hijos, y él quiere que su descendencia también la valore: “Que estos muchachos no salgan de la tierra, que la cuiden. Mi papá nos inculcó que no saliéramos de la tierra, ni en época de vacas flacas ni de vacas gordas”.

Lina Patiño, habitante de Santa Elena, hablándoles a los turistas en la finca silletera Las Chispas.
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El desfile
El próximo 10 de agosto, cuando la ciudad acogerá la edición 68 del Desfile de Silleteros, Lina participará por quinto año consecutivo. Siempre, en la categoría tradicional, con silletas que pesan unos 40 kilos y que le permiten mirar a los espectadores, saludarlos y sonreírles.
Su hermano Willington, en cambio, ha desfilado en la categoría monumental con silletas que rondan los 80 kilos.
El Desfile de Silleteros es la actividad central de la Feria de las Flores. Este año, con una inversión de 336 millones de pesos solo en vestuario, la Alcaldía renovará los trajes de los 540 silleteros que protagonizarán este acto con el que termina la feria: 430 adultos, 50 jóvenes (de 13 a 17 años) y 50 niños (de 4 a 12 años). Se premiarán las siguientes categorías de silletas: tradicional, monumental, emblemática, artística, comercial, júnior e infantil. Adicionalmente, desfilarán, como invitados, 10 niños con neurodiversidad.
Nativos
Los Patiño Atehortúa declaran con orgullo que son nativos de Santa Elena. Heriberto lleva puestas cotizas blancas, pantalón azul, delantal y camisa blancos, ruana roja, carriel, machete y sombrero aguadeño. Es agricultor. Además de flores, cultiva papa, fríjol, arveja, maíz, lechuga, acelga, vitoria, ahuyama…, y trabaja como mayordomo de una finca en la vereda Piedra Gorda de Santa Elena, donde, entre sus tareas, está el cuidado de cuatro caballos, cinco perros y 22 gallinas.
Algunas de las flores del jardín de la finca silletera Las Chispas.
Lina está vestida con cotizas blancas, falda negra de flores y borde amarillo, azul y rojo; camisa blanca con el tricolor patrio en el borde superior y sombrero aguadeño del que salen las dos trenzas negras de su cabello.
Le gusta estudiar. Es contadora, cursó una especialización en Derecho Laboral y una maestría en Administración Financiera, y labora como especialista de nómina en una empresa privada.
Recuerda que en 1994, más o menos, en su vereda no había carretera y ella caminaba unos 45 minutos para ir a la escuela de Barro Blanco y, años más tarde, una hora y media hasta el colegio en el parque del corregimiento.
Trabaja unos días de modo presencial y otros desde casa, mediante la virtualidad. A veces, en épocas especiales como la actual, acompaña a su padre un rato en la atención de los turistas.

Heriberto Patiño armando una silleta tradicional, un joven turista que ayudó en el proceso y la silleta elaborada al final.
Es esta una mañana un poco nublada. Sin embargo, se acerca el mediodía y el sol ya golpea en medio de la frescura de los vientos de la tierra fría.
La tierra
En el auditorio los turistas desayunan arepa de chócolo con quesito y chocolate. Luego, Heriberto y Lina les exponen la historia de la silleta y la elaboración de una tradicional. Él explica que hay flores que cogen en la mañana de la víspera del desfile, las hidratan durante cuatro horas y luego arman la silleta.
De fondo, suave, suena música parrandera. Mientras tanto, Rubiela, su esposa, se acerca y nos cuenta que una tradicional la elaboran en dos o tres horas, en tanto que una monumental sí les lleva toda la noche previa al desfile, hasta las 4:00 o 5:00 a. m.; que las flores se siembran en creciente y la verdura, en menguante. Ella no es silletera, pero les ayuda a sus familiares a hacer las silletas.
Los visitantes
La francesa Tatiana Raitif, de los grupos de turistas que en este momento están en la finca, visita Colombia por primera vez. Afirma que le gustó conocer la cultura silletera y saber que es una tradición que se transmite entre generaciones, como se ve en esta familia, desde bisabuelos hasta bisnietos.

Las francesas Tatiana Raitif, quien vino desde su país, y Claire Coste, habitante de Bogotá y traductora en el video. Ambas, visitantes de la finca silletera Las Chispas.
Salen del auditorio. Los anfitriones ahora llevan a los visitantes a recorrer el jardín. Les siguen mostrando las maravillas de las flores y de este territorio cultural silletero que es Santa Elena.