Internacional

Bombardeo a centro de migrantes dejó más de 40 muertes en Libia

Al menos 40 migrantes murieron y más de 80 resultaron heridas en un supuesto bombardeo de las tropas bajo el mando del mariscal Jalifa Haftar que afectó a un centro de detención en la localidad de Tajura, en el sur de Trípoli, informó una fuente médica del gobierno sostenido por la ONU en la capital.

Según la fuente, el ataque fue perpetrado al caer la noche por cazabombarderos F-16.

“Los equipos de socorro se encuentran trabajando en el lugar del ataque. Hay decenas de víctimas”, explicó a Efe un portavoz de la operación “Volcán de la ira”, lanzada por el GNA para contrarrestar la ofensiva de Hafter contra la capital.

El hombre fuerte del país puso cerco a Trípoli el pasado 4 de abril en un claro mensaje a la comunidad internacional que tenía como primer objetivo arruinar el actual plan de paz.

Desde entonces se suceden los combates en las áreas rurales del sur de Trípoli, en una espiral de violencia que ya ha cusado cerca de 600 muertos, más de 5.000 heridos y obligado a más 30.000 familias a abandonar sus hogares y a convertirse en desplazados internos.

Los enfrentamientos armados también han afectado gravemente a miles de migrantes, en su mayoría subsaharaianos, que se encuentran en los alrededores de la capital a la espera de poder viajar de forma irregular a Europa o que han sido recluidos en centros de detención tras haber fracasado en el intento.

Según varios responsables del GNA, Hafter ha intensificado los bombardeos en respuesta a la pérdida hace varios días de la ciudad de Gharyan, situada a unos 100 kilómetros de Trípoli y base usada por sus tropas para el asedio de la capital.

Libia es un estado en crisis, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los heterogéneos grupos rebeldes sobre la larga dictadura de Muamar al Gadafi.

Desde 2015 tiene dos gobiernos, unos sostenido por la ONU en Trípoli, que apenas domina la capital y algunas pequeñas poblaciones del oeste del país, y otro tutelado por el mariscal Hafter que controla el resto del territorio y la mayor parte de los recursos petroleros.

De la división se benefician diversos grupos dedicados al tráfico ilegal de armas, combustible y personas, que son el verdadero motor de su destruida economía.

En este contexto, la playas del oeste de Libia se han convertido en el principal trampolín para la inmigración irregular a través de la ruta del Mediterráneo central, una de las más mortíferas del mundo.

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