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La reforma electoral es una conspiración para unir a comunistas y anarquistas


El presidente del Senado de Colombia ha impulsado con éxito una reforma electoral en las elecciones de 2018, alegando que buscaba forzar una victoria electoral para “comunistas” y “anarquistas”.


La reforma es parte de un acuerdo de paz con el acuerdo de paz con las guerrillas marxistas de las FARC .


De acuerdo con el proyecto de ley, las comunidades son áreas de conflicto tradicional, por ejemplo, se les otorgarían escaños especiales en el Congreso para promover una mayor participación del estado en estas regiones descuidadas o abandonadas.


Además, el financiamiento privado de campañas políticas debería ser más transparente para reducir el tráfico de influencias.


En lugar de promover la inclusión política, la reforma sería un intento único de las fuerzas de centro y de izquierda para tomar el poder, según el presidente de la Cámara de Representantes, Rodrigo Lara ( Cambio Radical ).


Para evitar esta supuesta conspiración izquierdista, el presidente de la Cámara ha retrasado con éxito el proceso por lo que no podría ejecutarse antes de las elecciones del próximo año.


En consecuencia, las medidas electorales no se impondrán hasta que se celebren elecciones nacionales en 2022.


Las demoras en el Congreso obligaron al presidente Juan Manuel Santos a extender el período en el que el Congreso puede “acelerar” la legislación de paz hasta fines de noviembre.


La posición de Lara está en sintonía con la de su partido y su jefe, el candidato presidencial alemán Vargas .


Nacido en una dinastía política tan antigua como la república, Vargas se ha convertido en el candidato del establishment que ejerce mucho poder en las ramas ejecutiva y judicial.


Mientras afirmaba que una conspiración política había caído en un acuerdo de paz, el proyecto de ley busca efectivamente frenar el poder político de las dinastías de la clase gobernante como las de Lara y Vargas.


Las FARC habían asegurado su participación política antes de desarmarse, dejando solo una legislación para reformar el sistema electoral disfuncional.


El partido de Lara abandonó la administración de Santos hace unos meses después de que los llamados “vargaslleristas” se opusieran al tribunal de crímenes de guerra, otro elemento clave del acuerdo de paz que busca beneficiar a los ciudadanos.


Los partidos de establecimiento como Radical Change en la última década vieron a docenas de sus miembros desaparecer en prisión por vínculos con escuadrones de la muerte paramilitares de extrema derecha.


Según los informes, las dinastías de Bogotá en torno a Cambio Radical llegaron a un acuerdo con el Centro Democrático (CD), el partido político administrado principalmente por élites de baluartes políticos como Medellín y Popayán.


Un legislador del partido opositor de extrema derecha dijo que la CD “rompería el jodido trato en pedazos” si es elegido para el poder el próximo año.


Las FARC se fundaron en 1964 y combatieron violentamente lo que los marxistas llaman “la oligarquía” hasta que se alcanzó un acuerdo de paz en diciembre del año pasado.


El conflicto armado dejó más de 265,000 colombianos muertos y más de 7 millones de desplazados. Las demoras en la reforma electoral y el sistema de justicia transicional afectan principalmente a las comunidades desgarradas por la guerra.


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