Internacional

La contaminación Sonora cada vez afecta los parques de EEUU

La contaminación sonora representa una amenaza ambiental para muchos parques nacionales y áreas protegidas de Estados Unidos, donde los niveles de ruido de las actividades humanas pueden perturbar los ecosistemas.

Esta forma de contaminación puede tener efectos importantes en la fauna salvaje, reduciendo por ejemplo la capacidad de los animales de escuchar acercarse a sus depredadores o creando interferencias para su apareamiento, explican los científicos cuyo estudio fue publicado el jueves en la revista estadounidense Science.

Incluso las plantas pueden verse afectadas, pues si se altera el comportamiento de los animales herbívoros que dispersan sus semillas puede producirse un efecto en cascada sobre los ecosistemas.

Los investigadores encontraron que el nivel de ruido artificial fue dos veces mayor que el de los sonidos naturales en el 63% de los parques y áreas protegidas del país.

Esta contaminación acústica reduce entre 50% y 90% las áreas en las que los sonidos naturales como el canto de los pájaros, el murmullo de las hojas en los árboles o el sonido del agua de un río se pueden escuchar, explican los autores, que midieron durante millones de horas el nivel de contaminación acústica en 492 lugares a lo largo de Estados Unidos.

“Los niveles de ruido artificial que hemos medido pueden ser molestos para los visitantes de estos parques, con efectos adversos sobre la salud humana y la vida silvestre”, dijo Rachel Buxton, científica del Departamento de Biología Ambiental de la Universidad de Colorado y una de las principales autoras del estudio.

Una menor capacidad de oír los ruidos y sonidos de la naturaleza reduce los poderes tranquilizadores y reparadores de los paseos y estadías en parques naturales y otros lugares salvajes, agregó.

“Sin embargo, nos alienta que muchas áreas silvestres tienen niveles de ruido artificial cercanos a los de los sonidos naturales”, señaló también la investigadora a AFP.

En las áreas protegidas donde se hallan hábitats de especies en peligro de extinción, regulaciones más estrictas respecto al ruido reducen 56% la contaminación acústica de origen humano con respecto a los espacios que no se benefician de estas protecciones reforzadas.

Las principales fuentes de contaminación acústica son las carreteras, los aviones, las concentraciones residenciales y las actividades industriales y mineras.

Algunas de estas áreas protegidas han logrado reducir efectivamente los decibeles contaminantes mediante la creación de servicios de transporte para reducir el tráfico automóvil o de “zonas de silencio” donde se pide a los visitantes disfrutar de la naturaleza sin hacer ruido.

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