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Condenaron a 43 años de cárcel a asesino de funcionario de Gobernación de Cundinamarca

Cumplidos más de 10 meses del crimen de Luis Carlos Castillo Amaya, funcionario de la Gobernación de Cundinamarca que fue baleado en plena plazoleta de la entidad por un sicario que lo confundió con un excomandante de las Auc, este lunes un juez de conocimiento de Bogotá condenó a 43 años de cárcel al confeso homicida.

Se trata de Amaury García Berrocal, alias Niche, quien admitió que se equivocó de objetivo, pues el ataque iba dirigido contra Luis Eduardo Cifuentes, de 58 años, conocido con el alias del Águila mientras fue comandante de las Autodefensas en Cundinamarca y que para entonces fungía como asesor de paz en el departamento.

Si bien durante el juicio se buscó llegar a un preacuerdo con el hoy condenado para acceder a una reducción de la pena, la negociación se frustró porque García Berrocal se negó a revelar detalles de quienes lo contactaron para realizar el ataque, según informó RCN Radio.

El crimen ocurrió el pasado 30 de agosto, cuando Castillo —de 65 años, quien laboraba en la Secretaría de Hacienda departamental— fue sorprendido por alias Niche en la plazoleta, donde le propinó tres impactos de bala.

A través de un escrito dirigido a la familia y al que tuvo acceso El Espectador, el asesino a sueldo relató cómo planeó el homicidio y puso en evidencia las fallas de seguridad en la Gobernación. Cuenta que un día antes ingresó al edificio para verificar la presencia del Águila, a quien mataría, porque al parecer “estaba delinquiendo en el Bajo Cauca a través de su hijo”.

Detalló que entró sin problemas, por la puerta principal, sin que nadie lo requisara. “Sí me solicitaron un registro de mis datos y pasé mi documento, como las demás personas. Luego pasé por una máquina detectora de metales”. Agregó que una vez en la plazoleta estuvo merodeando a la búsqueda de su objetivo, “sin que nadie me requiriera”.

Al día siguiente entró de nuevo al complejo gubernamental, pero esta vez portando el arma, que guardó en su cintura y envolvió en papel aluminio para no ser detectada. Tenía información de que el Águila iba a estar en la zona de comidas.

“Los filtros fueron fáciles de burlar, porque no hay casi medidas de seguridad. Nunca me registraron. Además no había casi policías ni guardias de seguridad. Nunca me preguntaron qué hacía ni a qué lugar me dirigía. El arma nunca fue detectada, porque nadie me requisó. El detector de metales no la registró, pues nunca pitó cuando pase por la entrada principal”, manifestó Niche.

Indican también que, una vez cometido el homicidio, Niche arrojó el revólver en una caneca de basura y emprendió la huida, que estuvo a punto de concretar, de no ser porque un funcionario, que no tenía ninguna relación con el cuerpo de vigilancia, atendió las voces de auxilio y aprehendió al sicario justo antes de que saltara una reja.

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